Maricón, de qué

Uno piensa en el ensañamiento que supone apalear hasta la muerte a una persona. Son muchos golpes y, al parecer, mucha gente convencida de agredir a un chico sin importar las consecuencias, sin ser conscientes de la línea roja que están cruzando para siempre. Pero la violencia no nace en el momento último de la agresión; se rastrea el origen desde mucho más atrás, sumergidos en un proceso inconsciente y peligroso. Porque para apalizar así a una persona, de manera grupal, primero hay que deshumanizarse y deshumanizar, convertir al otro en un objeto o un ser inferior, de otra categoría, sobre el que ejercer una violencia coral y sin control.

Para lo que vino después del ‘maricón‘ hay que hacer algo también horrendo: despojar a Samuel Luiz de su igualdad con respecto al resto. Despersonalizarlo en todos los sentidos, desvestirlo de ilusiones y de vida.

Me pregunto cómo se hace eso. Cómo se deshumaniza, cómo se sueltan las riendas del brutalismo, cómo aflora una agresividad colectiva de esa manera. Qué hay detrás de todo esto. Me obsesiona responderlo: cómo se acaba con la dignidad humana.

(Sharon McCutcheon, 2018)

Discursos. Ficciones. Palabras que se cuelan como legítimas y que van construyendo el caldo de cultivo del futuro. Un futuro que ya es, por cierto, nuestro presente. Podemos discutir si el móvil fue o no fue, finalmente, la orientación sexual de Samuel Luiz; lo que no deberíamos dejar de plantearnos es, sin embargo, que la palabra ‘maricón‘, sumergida en su contexto, esconde en realidad los engranajes sociales y culturales de la deshumanización. Si no fue el móvil, fue el objeto legitimador de los golpes; se puede hacer lo que se hizo porque, entre otras cosas, Samuel era homosexual y, por lo tanto, dentro de este juego de legitimación inmoral e inhumana, un ‘alguien’ minoritario, inferior, estigmatizado.

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Política de cansancios

Cuando uno ve la agresividad de Salvini o Bolsonaro, la contundencia de Le Pen o Trump, se pregunta quiénes le votarán, quiénes comprarán su mensaje radical y extremista. Cuando uno ve que la derecha tradicional va incorporando esa misma agresividad a sus discursos, y que de igual manera lo hace el liberalismo -al menos el supuesto máximo exponente del liberalismo español- , se pregunta qué está pasando en el mundo, en las narrativas y en la ciudadanía, para que triunfe esa política del odio.

¿Qué está pasando, por ejemplo, para que el trabajador medio, seguramente varón blanco heterosexual, humilde y con un sueldo que apenas supere el salario mínimo interprofesional, vote a la ultraderecha? Es más, ¿qué está haciendo mal la izquierda para que el obrero se vea más representado en Marine Le Pen que en cualquier otro candidato que defienda sus intereses? La explicación del triunfo de este tipo de discursos no es única.

Fotógrafo: Joakim Honkasalo

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Marcelino Martínez Cao, el futbolista de arena

Fue un delantero de época. Una persona con pies privilegiados para el fútbol, como ahora los de Messi o Cristiano Ronaldo. Su nombre se repetía con asiduidad en los bares de la península por su condición de titular indiscutible en el Zaragoza y jugador de una selección española que marcó un antes y un después en la historia del fútbol nacional.

Con uno de sus cabezazos, Marcelino Martínez Cao batió a Lev Yashin, único portero en ganar un Balón de Oro y líder de la Unión Soviética futbolística. Corría el año 1964 y España estaba por primera vez en la final de una Eurocopa importantísima no solo por lo que representaba a nivel deportivo, sino también sociopolítico. El 1-1 parecía inamovible en el marcador hasta que Marcelino, con un giro de cuello poderoso -era un fenomenal rematador de cabeza- logró adelantar a España ante los ojos de casi 80.000 personas. El encuentro terminó dos a uno y, a partir de ese momento, Marcelino Martínez Cao pasaría a la historia del fútbol y de la selección española.

Marcelino Martínez Cao en el paseo marítimo de Ares
Eje vertebrador del Zaragoza de los Cinco Magníficos, llegaron a cuatro finales consecutivas de la Copa del Generalísimo. Solo el Barcelona los ha igualado // En fotografía, Marcelino Martínez Cao en Ares

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Los jinetes andaluces

Terminó el trote de los caballos con sorpresas. Atrás quedan el humor y los memes de un Santiago Abascal cabalgando a ritmo de la banda sonora de El señor de los anillos. Ahora, la realidad es diferente y el caballo está imbuido en llamas. Peligro y atención, rostros más serios ante una realidad que va más allá de un vídeo de jinetes que no saben a dónde van.

Fotógrafo: Marko Blazevic

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Mariano Rajoy, el maratonista de la política

37 años de carrera política. Esta es la cifra que avala a Mariano Rajoy como un corredor de largas distancias. 37 años de idas y venidas, con el ritmo pausado pero continuo, y no siempre con el chándal de marcha (la que suele hacer cuando desea despejar la cabeza), sino más bien trajeado. 37 años y una infinidad de cargos públicos.

Después de licenciarse en Derecho, se convirtió en el registrador de la propiedad más joven de España (con 24 añitos). Diputado autonómico, director general de Relaciones Institucionales de la Xunta, presidente de la Diputación de Pontevedra, Ministro de Interior, Ministro de Educación, Cultura y Deporte… y Presidente de España. Todo un maratón. Mucho tiempo y muchos kilómetros detrás de la figura de 63 años. El de los Sangenjo, las marcadas ‘S’, los trabalenguas y las frases de complicada sintaxis y comprensión.

Mariano Rajoy dejó de correr este viernes. Terminó la carrera después de que el resto de los partidos políticos hicieran el Ironman en los 1687 folios de la sentencia de la Trama Gürtel (primera parte, como si fuera una obra fílmica). La sentencia que condenaba al PP como persona jurídica y corroboraba la poca credibilidad del testimonio de Rajoy.

Mariano Rajoy fotografiado por Dani Gago en su último día en el Congreso de los Diputados
Fuente: ElPaís. // Fotografía de Dani Gago.

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Prisión permanente revisable: ¿por qué derogarla?

Con la muerte de Gabriel, el debate sobre la prisión permanente revisable vuelve a estar en el foco de los medios de comunicación y es un punto controvertido dentro del Congreso de los Diputados.  El Partido Popular encabeza la propuesta de fortalecer la medida implantada como parte de la Ley de Seguridad Ciudadana el 26 de marzo de 2015, mientras que PSOE, Unidos Podemos, PNV, PDeCat, ERC y Bildu pretenden su derogación. Con todo esto, nace una pregunta imprescindible para entender la situación: ¿Es la prisión permanente revisable una cadena perpetua? ¿Por qué se busca su derogación?

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