Terminó el trote de los caballos con sorpresas. Atrás quedan el humor y los memes de un Santiago Abascal cabalgando a ritmo de la banda sonora de El señor de los anillos. Ahora, la realidad es diferente y el caballo está imbuido en llamas. Peligro y atención, rostros más serios ante una realidad que va más allá de un vídeo de jinetes que no saben a dónde van.
Ha ganado Vox. Esa es la premisa que todos parecemos aceptar después de observar el resultado de las elecciones en Andalucía. 12 escaños para un partido político que solo preveía conseguir uno y que ahora se vuelve clave en la formación del gobierno andaluz. Ha conseguido 395.978 votos y se ha consolidado un «cambio» que trae consigo reminiscencias del pasado. Su discurso no es novedoso ni moderno, sino todo lo contrario. Sobrepasa cualquier conservadurismo y tradicionalismo y se enfoca en ese lenguaje tan característico del miedo y el odio.
Vemos en España un síntoma de lo que sucedió en Francia con Marine Le Pen, en Austria con Heinz-Christian Strache, en Estados Unidos con Trump, en Brasil con Bolsonaro, en Italia con Salvini o en incluso algunos países nórdicos: la llegada y consolidación de un pensamiento xenófobo y racista, fundamentado en un discurso anti inmigración y un nacionalismo exacerbado. En ocasiones, se enmascaran las políticas económicas neoliberales con todo un pensamiento social agresivo y corrosivo, que debiera haber quedado ya atrás.
Este arranque inesperado de la extrema derecha parece corroborar la teoría de Nietzsche del eterno retorno, aquella que defiende que la historia no es lineal, sino cíclica, y todo, todo, se repetirá; volverán las cosas con las mismas propiedades, en las mismas circunstancias y comportándose de la misma forma. La historia repitiéndose a sí misma. Quizá no sea tan exagerado, pero por lo menos vemos una cierta consonancia métrica entre la primera estrofa, la del discurso de miedo y odio, y la segunda, el planteamiento de Vox.
Influyó en el resultado de las elecciones ese 41,35% de abstenciones. Pero aun así, es necesario que exista una reflexión desde las fuerzas políticas de izquierdas sobre qué se ha hecho mal, por qué no se les ha votado en esta ocasión. No ejercer esa autocrítica es peligroso. Se asemeja fundamental establecer una nueva política comunicativa que conecte con las personas, y no limitarse a tacharlos de fascistas.
Quizá debamos preguntarnos cuán de efectivo ha sido el uso prostituido de los símbolos nacionales. La apropiación de la bandera es una de las grandes victorias de la derecha española en este período de tiempo, y la extrema derecha no iba hacer menos alarde de ello. Que Vox reciba votos no de las clases más altas y opulentas -que también-, sino de un perfil más bajo recuerda a los mismos votantes de Marine Le Pen, obreros franceses cansados de la política de gestión europea de crisis como la de los refugiados.
«El atractivo psicológico del nazismo se debió a su reconocimiento del vacío resultante del colapso de las estructuras sociales y políticas europeas. Sus inmensas mentiras llenaban ese vacío. La credulidad de los pueblos que las creyeron tendría un enorme coste»
Hannah Arendt
Es triste que la extrema derecha haya entrado jactándose de ser un cambio en las instituciones democráticas. No es tan alarmante el que exista -siempre ha existido-, sino el cómo ha despuntado y en base a qué elementos ha focalizado su discurso y su lenguaje. Comentaba Yuval Harari que uno de los peligros del fascismo -permitidme no entrar a discutir qué es fascismo y qué no; allá cada uno que se mate en su cabeza- era la capacidad de embellecer a una nación y a la persona. Mirarse en el espejo del discurso fascista era mirarse en un espejo que te hacía más apuesto, que no te degradaba; era verse en una nación idílica y superior como un ciudadano idílico y superior. Un engaño eficaz.
Vox aprovecha y utiliza un lenguaje parecido para idolatrar su concepto de nación. La bandera, el lenguaje y el resto de símbolos componen un retrato de embellecimiento que no se asienta en una reflexión crítica, en donde se admitan los puntos débiles y se realcen los puntos fuertes. Porque la actitud crítica no consiste solo en un posicionamiento negativo, sino en el equilibrio.
El programa de Vox
Es inevitable hablar del qué y del cómo defiende Vox su ideario. Aquí recojo algunos aspectos de su programa electoral, que podéis encontrar en este link.
«Ilegalización de los partidos, asociaciones u ONGs que persigan la destrucción de la unidad territorial de la Nación y de su soberanía»
Un vocabulario bélico siempre presente. Destrucción de la unidad territorial, como si hubiera algún tipo de aniquilación o matanza en juego. Y la mejor forma es ilegalizando y seccionando de golpe cualquier ente con una opinión diferente.
«Transformar el Estado autonómico en un Estado de Derecho unitario que promueva la igualdad y la solidaridad en vez de los privilegios y la división. Un solo gobierno y un solo parlamento para toda España. Como paso previo: devolución inmediata al Estado de las competencias de Educación, Sanidad, Seguridad y Justicia limitando en todo lo posible la capacidad legislativa autonómica»
Terminar, por lo tanto, con un sistema autonómico que reconoce la riqueza cultural, lingüística y social de España. El fin de las autonomías conlleva una pérdida y un retroceso enormes en el reconocimiento de los derechos de los diferentes pueblos que integran España. Las características y necesidades de cada Comunidad son radicalmente opuestas entre sí, y hay que establecer un modelo territorial que sea capaz de tenerlas en cuenta.
«Plan integral para el conocimiento, difusión y protección de la identidad nacional y de la aportación de España a la civilización y a la historia universal, con especial atención a las gestas y hazañas de nuestros héroes nacionales»
El revisionismo histórico ha de fundamentarse en nuevos análisis que tengan como cimientos datos hasta el momento desconocidos o más precisos. Es un estudio crítico de los hechos históricos, no una reinterpretación sesgada sin afán de reflexión. Destaca ese «con especial atención a las gestas y hazañas de nuestros héroes nacionales».
«Fortalecer nuestras fronteras. Levantar un muro infranqueable en Ceuta y Melilla. Dar a policías y FFAA todos los recursos materiales y humanos para que puedan cuidar nuestras fronteras con total eficacia, junto con el amparo legal correspondiente»
Una medida trumpista. Un muro infranqueable. Diría carente de bondad y humanidad, pero creo que la sociedad actual se muestra bastante indiferente ante la carencia de humanidad y bondad. La agresividad de Vox ante la inmigración y la seguridad es bastante directa. Sus medidas en este aspecto rompen con cualquier tipo de integración social. El autor Amin Maalouf, en su libro Identidades Asesinas, profundiza en la idea de integración social de los Estados.
Un país no se debe interpretar como un libro ya escrito, en donde nadie ajeno a él pueda colaborar ni escribir, enriquecer su cultura. Tampoco ha de entenderse como un libro repleto de hojas en blanco, donde valga todo y se admita todo. Es, simplemente, un libro en proceso de escritura, que admite la colaboración. El respeto por la tradición y cultura del inmigrante le creará un interés mayor por aprender, a su vez, la cultura y tradición del país de acogida respetuoso con sus orígenes. Es una relación de retroalimentación en la que colaboran factores mutuos de adaptación y respeto. Y eso se rompe radicalmente con la concepción de Vox de inmigración.
«Suspender espacio Schengen hasta que exista la garantía europea de que no lo utilizarán los criminales para huir de la justicia (como han hecho los golpistas separatistas) ni lo aprovechen las mafias de la inmigración ilegal para introducir personas»
Suprimir todo un acuerdo que permite la circulación sin fronteras interiores entre los países miembros del espacio Schengen. Es decir, perjudicar a toda la sociedad española bloqueando su libertad.
«Derogación de la ley de violencia de género y de toda norma que discrimine a un sexo de otro. En su lugar, promulgar una ley de violencia intrafamiliar que proteja por igual a ancianos, hombres, mujeres y niños. Supresión de organismos feministas radicales subvencionados, persecución efectiva de denuncias falsas. Protección del menor en los procesos de divorcio»
Y junto a esto, incluyen la creación de un Ministerio de la Familia para crear «una ley orgánica de protección de la familia natural que la reconozca como institución anterior al Estado». Es decir, retroceder en materia de género y volver a consagrar a la familia natural como un órgano central en la estructura social.
Su programa toca muchos otros palos, y en el resto de la prensa podéis encontrar artículos sobre los aspectos más importantes de su pensamiento. Ellos resumen así su ideario:
La gran pregunta a formular es si debemos ser tolerantes o no con esto. ¿Debemos respetar y tolerar estos aspectos? ¿Es parte de un sistema democrático la presencia de posturas de este corte? ¿Está bien que se traten en igual de condiciones que el resto de formaciones políticas? No tengo tampoco una respuesta clara ni reflexiva, todavía. Aún está la cabeza candente y sorprendida del fácil vuelco que ha dado en el panorama político andaluz. ¿Cómo contrarrestar su mensaje político? Supongo que con algo más que un simple adjetivo o etiqueta.
Lo próximo, saber qué pasará en las elecciones generales y si esto es el ejemplo del desgaste de demasiados años gobernando en Andalucía o la pérdida de conexión de la izquierda con la ciudadanía. Saber si el caballo que ha dado la sorpresa se tropezará con sus propias pezuñas o cabalgará más rápido todavía. Y que Dios nos coja confesados.